lunes, 19 de marzo de 2012

¿Por qué trabajar con la electrónica y la luz?


¿Por qué trabajar con la electrónica y la luz?
La primera respuesta que se me vino a la mente es, por el simple gusto y sorpresa que me provoca la luz. Pero eso era en un principio, con el tiempo fui aclarando un poco (no tanto) las ideas del por qué.
Viniendo de un país tercermundista o como dirían los economistas y políticos para que no suene tan deprimente, de un país en “vías de desarrollo”, no podría decir que trabajo con recursos tecnológicos porque nací con ellos y son parte de mi cultura, si bien, cada vez tenemos mayor acceso a la tecnología, estos productos son de un costo relativamente elevado y llegan a nuestro país a cuenta gotas; otra razón que tampoco podría ser, es,  por una cuestión aspiracional y de moda dentro del campo artístico, “los nuevos medios es lo de hoy” y por ello hay que utilizarlos hasta para sostener nuestro lápiz y hacer arte. Utilizo la tecnología, específicamente la electrónica, porque es el medio por el cual puedo acercarme a la luz sin electrocutarme, y la luz, que es el tema central de mi trabajo, no es nada nuevo dentro del campo artístico, así que ¿cómo justificar mi trabajo y aportar algo diferente a lo ya dicho años atrás con respecto al arte lumínico?.
Bueno, aportar algo nuevo creo que es casi imposible, en la actualidad existe una gran cantidad de artistas que abordan el tema en todas partes del mundo, esto hace que posiblemente este haciendo piezas muy parecidas a las de otro artista, más cuando la luz tiene parámetros muy establecidos (podría utilizarse la tecnología más avanzada o el material más sencillo y el resultado es el mismo, un objeto lumínico) entonces, lo que a mi parecer debemos tomar en cuenta dentro de una pieza de este tipo, es la parte sensorial, está parte que, por más que intentemos explicar, siempre queda abierta a la interpretación del espectador y escapa a todo intento de estandarización argumentativa, la forma en que se puede diferenciar una pieza lumínica de otra, es por la manera en que se acerca a los sentidos y es este acercamiento, es el que posiblemente de pie a sucesos inesperados que sean detonadores de nuevas experiencias, tanto teóricas como plásticas.
La luz tiene la característica de ser intangible y estar más ligada a los sentidos y emociones que a la parte racional del ser humano, a diferencia de un objeto con volumen que puede ser ligado a la realidad (hablando del campo artístico), entonces,  podría decirse que la luz es para el ojo, lo que la música es al oído, activa nuestras emociones sin necesidad de aterrizar el suceso en un concepto, nos dejamos llevar por ella, por sus ritmos, contrastes y colores. A su vez por ser algo inmaterial puede estar ligado a lo místico o mágico, dónde nada es seguro y sólo nos dejamos guiar por la intuición, por la fe o por algo que esta más allá de nuestro entendimiento. Pero lo fascinante de la luz, es que, también forma parte de nuestro mundo racional, nos provee de vida, nos permite ver el mundo, medir la inmensidad del universo, medir el tiempo, etc. Son todos estos cruces entre lo real y lo imaginario, los que me hicieron querer trabajar con este elemento, un elemento que nos es tan familiar y a su vez guarda una gran incógnita.

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